El Molino
de la Sal

Alrededor de 1930, la familia de Valentín Baños obtuvo la contrata para la molturación de la sal proveniente de las salinas de Imón y La Olmeda, las más importantes de la zona denominada Valle del Salado y muy apreciadas por su pureza, cercana a los 98 grados.

Tres décadas después, Valentín Baños decidió renunciar a aquella contrata, instaló su propio molino y comenzó a comercializar sal de mesa con el nombre de “El Doncel”. Creó, además, un ingenio que permitía rotar las piedras del molino en vertical y no en horizontal, como era usual hasta entonces. Consiguió de este modo que la sal no se apelmazara y que la producción fuera más rápida y de mayor calidad.

Durante diez años, la sal “El Doncel” alcanzó un importante mercado en Guadalajara, Soria, Cuenca y numerosos puntos de la provincia de Madrid gracias a su gran calidad y a la incansable labor comercial de los hijos de Valentín.

La industrialización de los procesos, la competencia con la sal marina y la marcha de los hijos de Valentín a Madrid y Zaragoza, provocaron la progresiva desaparición del negocio. Aun así, Valentín –procedente de una centenaria tradición de molineros de Buenafuente– transformó el molino de sal en molino de piensos, y se dedicó a ese negocio durante otra década.

El molino de la sal, convertido hoy en apartamentos turísticos, es en buena medida un tributo a nuestro padre y a nuestros abuelos, que nos inculcaron el cariño por nuestra tierra y nos legaron esta casa en la hermosa ciudad de Sigüenza.